jueves, 1 de noviembre de 2012

Them: Capitulo 1

Los capitulos de este libros son cortos, pero... bueno, aquí está.



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Capitulo 1
Cassandra
Agosto 23, 11:02 am, Maplewood, Nueva Jersey, EE.UU.


Primer día de escuela. De nuevo. A veces me pregunto que pasaría si no pudiera crear ilusiones. ¿Nos quedaríamos más tiempo en algún lugar? No lo sabía. Siempre, accidental o a propósito, terminaba haciendo una ilusión. Era natural para mí. 
Alguien, pasando a mi lado, me empujó. Puedo asegurar que no fue accidentalmente. 
Sonreí dulcemente y pregunté—: ¿Algún problema? 
Hace varias escuelas, aprendí que lo mejor para sacar de sus casillas a alguien, era sonreír cuando su propósito era hacerte enfadar o entristecer. Adoraba sacar a la gente de sus casillas. Era divertido discutir. Siempre conseguía torcer las cosas a mi favor. Siempre preferí actuar como gótica —no se cual es la definición de esta categoría, así que no puedo asegurar que no lo sea—. Traía puesta un top palabra de honor negro, con una chaqueta de piel negra hasta la cintura encima, y unos jeans negros, y botas de combate. Y mi inseparable bolsa. Adoro mi bolsa. Era la única constante de mi vida. La usaba de hombro a cadera, de izquierda a derecha. Tenía cientos de bolsillos, era negra. Con un estampado de flores de color beige y azul aqua oscuro. Llevaba mi nook¹, una libreta pequeña de un cerdito en pantis, una pluma de gel negra con brillos, mis audífonos (eran extraños y colores fosforescentes, me encantaban), un brillo labial de skittles sabor uva (amo ese brillo), un brillo labial de verdad (sin sabor, ugh), y dinero. Mucho. Mil quinientos dólares en billetes de diez. Ya sabes, por si había que irnos. Precipitadamente. Supuse que eso ocurriría pronto, con todos esos espeluznantes hombres de negro.
El chico que me empujó era… supongo que se podría decir que era lindo. El chico por el que las chicas caían desmayadas. O tanto como podían a los catorce años. Tenía cabello rubio sucio, con ojos color azul intenso, era unos meses mayor que yo. Lo había visto en mi clase anterior. 
El chico sonrió socarronamente, parecía saber que mi propósito era molestarlo. 
Yo, sabiendo que había perdido la batalla verbal, me enfurecí. Odiaba perder. Sin meditar mis actos, por que sabía que si lo hacía me echaría para atrás, le saqué la lengua, haciendo que pareciera una lengua bífida de serpiente solo para él, no para la multitud. 
El chico dio un traspié hacia atrás, y algunos chicos, los más valientes, rieron. Después de todo, el chico era popular. Otro Jake. Había estado en tantas escuelas, que había tomado la costumbre de llamar a los chicos populares Jake, y a las chicas Barbie’s. 
En los ojos del chico había sorpresa, que luego se convirtió en sospecha. ¿Qué podía sospechar? ¿Que yo era una ilusionista de primera clase, multiplicadora, también de primera clase, telépata de tercera clase, y empática de segunda clase? Locura. 
Sonreí dulcemente de nuevo, y al pasar por su lado, le di un empujón con mi hombro. Caminé con paso altanero hasta una banca de hierro forjado negro, entonces abrí la merienda que me preparó mamá, y comencé a comer. 
Cogí un mordisco de mi sándwich de jamón, cuando noté un movimiento a mi izquierda. Era el chico rubio. Casi me atraganté con el sándwich, pero me forcé a masticar y tragar. Cuando terminé, hablé. 
—¿Qué quieres? —cuestioné rudamente. 
—Eres una psíquica. 
Mis ojos se abrieron como platos. ¿Cómo demonios lo sabía? Controlé mi reacción, nada bueno podía venir de que alguien supiera de mis… habilidades. Fingí no saber de lo que hablaba. 
—Creí que nadie se daría cuenta, olvidé mi bola de cristal en casa, y nadie me había pedido una lectura. Es un alivio que aparecieras, Jake, me estaba preocupando. —alegué con sarcasmo. 
Al chico lo descolocó un poco que lo llamara Jake, fue una buena jugada por mi parte. 
—Mi nombre es Haiden, no Jake. —dijo desconcertado 
Tomé la oportunidad de distracción. 
—Sabía que tu nombre no era Jake. —tendí mi trampa. 
—Entonces, ¿Por qué…? —sus ojos se estrecharon y se fijaron en mi con acusación—. No importa. Eres una ilusionista, no trates de distraerme. 
—Funcionó por unos segundos. —señalé con una sonrisa fácil. 
—Una ilusionista, por lo menos, de tercera clase. 
Resoplé indignada. No pude evitarlo. 
—Primera. —mascullé irritada. 
Solo después de que solté eso, me di cuenta de que admitía que era una psíquica. Decidí dejar que creyera que lo hice a propósito. 
—¿Tu que eres? Sabes de los niveles, y no asumiste automáticamente que estabas loco. 
Él debía saber en lo que se metía al acusarme, incluía decirme quién y qué era. 
Sonrió y recitó sus títulos—: Telequinético de segunda clase, umbraquinético de primera clase, fotoquinético de primera clase, también. Tu turno. 
Movía cosas, y ere fotoquinético y umbraquinético de primera clase. Manipulaba luces y sombras. Podía hacerse invisible. Supongo que ahora sabía como logró engatusarme para que admitiera ser un psíquico, el mismo era un manipulador, pero yo también. Y también era una engaños, con mis ilusiones. Yo tenía ventaja. 
Decidí que decirle lo mío era justo. 
—Telépata de tercera clase, empática de segunda clase, multiplicadora de primera clase, e ilusionista de primera clase. 
—Tercera clase. —murmuró burlón. 
—Tan solo tres habilidades, que lástima. —repliqué. 
Entrecerró los ojos, calculadoramente. —Nos vemos detrás de la biblioteca, seguro hallarás a forma de robarle las llaves al conserje. —dijo, luego se dio la vuelta, justo cuando sonaba la campana.


Era la última clase, ya estaba acabando. Faltaban minutos para que sonara la última campana, y ya tenía trazado un plan para obtener las laves del conserje. Desde que comencé a cambiar de escuela, conseguí la costumbre de memorizar las rutinas de las escuelas, profesores y conserjes. Era mi primer día aquí, oficialmente, pero había venido antes, desde hace una semana, para reconocer el terreno, memorizar rutinas, reconocer rutas para no tener que pedir ayuda, y ya tenía el horario del conserje. 
La razón por la que necesitaba las llaves del conserje, era que detrás de la biblioteca había un pasillo con reja, que daba a la calle, donde había otra reja. El pasillo lo usaba el conserje para sacar la basura. El sacaba la basura exactamente a las 3:05 pm, y la escuela acababa a las 2:30 pm, lo que me daba menos de cuarenta y cinco minutos para robar las llaves, entrar al pasillo, hablar y salir de ahí. No es como si pudiera hacerlo alucinar que yo no estaba ahí y Haiden hacerse invisible, el pasillo era demasiado angosto. Mamá normalmente llegaba a las 3:15. 
¿Una fanática del control? ¿Yo? Nah. 
Al principio pensé en multiplicarme, hacer a mi otro yo una mujer sexy —el hombre estaba desesperado—. y esperar que con solo pedirlas me las diera. Luego decidí que eso era demasiado asqueroso. Y arriesgado, claro, pero más que nada, asqueroso. Me pareció que lo más fácil era implantar el pensamiento de que había dejado caer las llaves, mientras me camuflaba, pasaba a su lado y se las quitaba, distraerlo y que olvidara las llaves. 
Cómo telépata, podía implantar pensamientos, pero era de tercera clase, así que no podía leer su mente, ni recibir pensamientos. Me camuflaría haciéndole aluciar que yo no estaba ahí. Lo distraería con una explosión —en su cabeza, totalmente falsa— al otro lado del colegio. 
Sonó la campana, cogí mis cosas y salí corriendo al teatro. El conserje dejaba el teatro para el último. Ya ahí, cambié un poco el plan. 
Entré al teatro, y cerré suavemente la puerta, para que no se diera cuenta. Luego, caminé, a plena vista del conserje Jones, pero él no me vio, el solo veía un vacío auditorio. Adoraba las ilusiones. 
Me concentré, y sentí como mi voz, mis cuerdas vocales, cambiaban de forma. Esto era lo que una telépata hacía, implantar ideas, manipular a las personas. 
—Dejaste caer las llaves. —susurré. Mi voz sonaba diferente. La voz que los marineros en el pasado creían que eran de sirenas. Eran telépatas—. ¿No escuchas el sonido de las llaves cayendo? Es un tintineo…, ya no está. ¿Sabes donde cayeron las llaves? ¡No están a tus pies! Estás dando vueltas. —Seguía susurrando, todo por medio de susurros. Yo, al hacer esto, usualmente combinaba la telepatía con el ilusionismo. Alargué la mano lentamente, haciéndole creer al mismo tiempo que él se estaba moviendo—. ¿Escuchas eso? Una explosión. —El conserje crédulo levanta la cabeza, ilusamente creyendo escuchar algo—. En el patio. Seguramente esos niños de nuevo, tan irritantes. Locos. Tienes que ir a buscarlos, por que si alguien va a tener que limpiar, vas a ser tu. Ve. 
Cuando se estaba yendo, con burla, hice sonar las llaves, sabiendo que él no las oiría. Lo había hipnotizado. 
Fue tan simple para mí. 
Él era tan débil. 
Todos lo eran.

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¹El Barnes & Noble Nook, llamado normalmente Nook, es un lector de libros electrónicos desarrollado por la empresa Barnes & Noble, basado en la plataforma android.



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